Situaciones como la descrita dejan al descubierto la mentira de ciertos discursos acerca de la bondad de las privatizaciones de los servicios públicos. En el fondo, el riesgo lo acaba asumiendo siempre el sector público. Se trata, para variar, de privatizar los beneficios y de socializar las pérdidas. Esto es lo que se llama Estado benefactor, pero de los empresarios.
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