Santiago es, por naturaleza y derecho propio, una ciudad de extremos: lluviosa, montañosa, temperamental y dura. El pedazo de tierra acodado más al noroeste de Europa -que antaño llamaban Finisterre, es decir, el fin del mundo- no deja indiferente. El camino que conduce a los peregrinos hasta su catedral, el casco antiguo con su enjambre de callejuelas (los rueiros), las losas de piedra de la Rúa do Franco, los soportales de la Rúa do Villar o las escalinatas de la Praza do Quintana embrujan al viajero...........
2 comentarios:
Este me le voya tener que leer con mas tiempo. Gracias por colgarlo.
Muy interesante,este "peazo de añadido" de Santiago. Y tambien, "peazo de desvío" del presupuesto inicial...los que hacen las cuentas no han hilado muy fino.Y las curvas del edificio de la biblioteca espectaculares...
Harán las delicias de la chavalería aficionada al skate.Tiene muy buena pinta.
Un saludo.
Eva
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